Si las familias Thomas y Greutman se encontraran alguna vez, podrían intercambiar historias acerca de cómo ayudaron a sus hijos a salir de crisis económicas. Hace cerca de un año, Joyce y Peter Thomas, ambos próximos a cumplir los 60, se enteraron de que su hija Cathy, de 31, y su yerno Trevor, de 34, tenían una infestación de moho tóxico en el sótano, lo que explicaba algunas de las erupciones cutáneas y problemas respiratorios que había experimentado la joven familia. "Estaba debajo de la cama de mi nieta y alrededor de la cuna de mi nieto", describe Joyce. La casa tuvo que ser evacuada de inmediato, para que pudieran realizarse la reparaciones de alrededor de $25,000. Joyce retiró $15,000 de su cuenta gravable de jubilación para ayudar.

Poco tiempo antes, Mark Greutman y su esposa Lauren, que tenían 27 años en ese momento, habían estado gastando más dinero del que ganaban. Tenían el agua al cuello con la hipoteca, $40,000 de deudas y no disponían de los $4,000 que exigía su banco para realizar la venta en descubierto de la casa. "Nosotros tampoco teníamos los $4,000, de modo que abrimos una línea de crédito con respaldo hipotecario y se la dimos a ellos", relata la madre de Mark, Debbie, que ahora tiene 60 años.

Según una encuesta reciente de Consumer Reports en la que participaron más de 24,000 suscriptores de 55 a 75 años, 14% manifestó que le brindaban algún tipo de ayuda a un hijo adulto. Sin embargo, ni siquiera se necesita tener hijos para encontrarse en esa situación. Un padre, hermano, sobrina —elige cualquiera—, con una mala racha puede plantear el mismo tipo de dilema. A continuación, algunas maneras posibles de hacerle frente:

Cuándo ayudar, cuándo no hacerlo

Un buen primer paso es determinar qué tan serio es el problema en realidad, dice Ken Moraif, planificador financiero certificado de Money Matters en Plano, Texas. Si un hijo adulto se encuentra ante un juicio hipotecario o necesita fondos para enfrentar problemas serios de salud, querrás intervenir, siempre y cuando tu posición te permita hacerlo. Pero evita vaciar tus cuentas de jubilación o contraer más deudas, si te es posible. Primero, extrae el dinero disponible de un fondo para emergencias o de una cuenta de mercado monetario o bancaria, opina Moraif. Luego, piensa en cuentas de inversiones gravables. Toma dinero prestado de una cuenta de impuestos diferidos, como una 401(k), solo como último recurso.

Piensa bien antes de ayudar con deudas renovables, como préstamos y deuda de tarjetas de crédito, advierte Robert Stammers, el director de educación para inversionistas del CFA Institute, una organización profesional de analistas financieros certificados. "Si simplemente saldas la cuenta y, para empezar, tu hijo tiene malos hábitos económicos, es posible que solo estés facilitando una mala conducta", dice. Una idea mejor: ayúdalo a negociar mejores tasas y establecer un plan de pagos.

Un buen motivo para no ayudar es que sencillamente no esté a tu alcance hacerlo. "Si el efecto que tendrá en tu economía será tan negativo que no podrás subsistir con tus propios activos, probablemente debas decir que no", opina Stammers. Lo último que debes hacer es agotar tus ahorros jubilatorios y terminar dependiendo económicamente de tus hijos. Probablemente, ellos tampoco querrían eso.

Piensa, en cambio, en maneras no monetarias de ayudar, como ofrecer un auto familiar que ya no necesites, recurrir a tu red profesional para ayudar a tu hijo a encontrar un trabajo donde le paguen mejor, o cuidar a tus nietos mientras tu hijo asiste a entrevistas laborales o trabaja turnos extra, recomienda Gina Chironis, contadora pública de Clarity Wealth Management en Irvine, Calif.


Tener un padre o hermano con una mala racha puede plantear el mismo tipo de dilema.


¿Deberían mudarse a nuestra casa?

"Si tú y tu cónyuge aceptan que vengan hijos adultos a vivir con ustedes, tengan una reunión familiar antes", expresa Tim Prosch, autor de "The Other Talk: A Guide to Talking With Your Children About the Rest of Your Life" (McGraw-Hill, 2013). Decidan cómo van a repartir los gastos y las tareas domésticas. Lo más importante es que elijan una fecha objetivo para que su hijo se mude a otro lugar. Tanto los Thomas como los Greutman permitieron que sus hijos y nietos vivieran con ellos durante un breve tiempo. Asimismo, Mark y Lauren tuvieron que liquidar el préstamo y pagar los intereses, pagar el alquiler, y ayudar a cocinar y mantener la casa limpia.

¿Donación o préstamo?

Una pregunta que surge en esas situaciones es si se debe interpretar la ayuda económica brindada como un préstamo o una donación. Quienes opinan que debe ser una donación argumentan que regalar el dinero reduce la probabilidad de que existan rencores en el futuro. Ten en cuenta que si tu regalo monetario supera los $14,000 anuales, o $28,000 en el caso de las parejas, te podría corresponder pagar impuestos de la donación. Asimismo, el IRS exige que se informen los intereses ganados con préstamos familiares. Los detalles se encuentran en la sección de preguntas frecuentes en irs.gov.

Los partidarios del préstamo te dirán que un préstamo alienta una actitud responsable por parte de los hijos, además de representar la posibilidad de recuperar parte del dinero, en algún momento. Por lo general, se considera imprudente firmar de manera conjunta cualquier préstamo o contrato de arrendamiento. Si tu hijo no paga, se esperará que lo hagas tú o correrás el riesgo de sufrir los efectos de una cesación de pagos. Además, al ser cosignatario, ese préstamo se considera parte de tu historial crediticio, esto significa que puede afectar la cantidad de dinero que puedas pedir prestado para ti.

Si les prestas dinero a tus hijos, considera documentar los términos por escrito a fin de evitar malentendidos. Stammers sugiere que el acuerdo de préstamo incluya una tasa de interés razonable y un cronograma de pagos bien definido. Puedes descargar un formulario de pagaré de nolo.com. "He visto situaciones como estas destruir familias", manifiesta. "Al transformar estas situaciones en arreglos comerciales, se pretende quitarles un poco de carga afectiva".


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