Imagina esto: Es el año 2066. Tienes dolor abdominal. Hace 50 años, en el 2016, habrías llamado al médico y te hubiera dicho que no podía atenderte ese día. Te habrían enviado a una sala de emergencias en donde hubieras tenido que esperar una tarde completa para que te sacaran sangre. Incluso te habrían dicho que te quedaras durante la noche para estarte monitoreando. Así era en aquel entonces. Ahora los médicos llegan a ti, en el momento en que te convenga a ti, no a ellos. Puedes elegir que el médico llegue personalmente a tu casa o que te haga una visita virtual a solicitud tuya. Si necesitas exámenes de sangre, los puedes tener en casa mediante un dispositivo que nunca te rompe la piel. Los hospitales están únicamente para emergencias verdaderas y para cuidados intensivos; de lo contrario, recibes tratamiento y se supervisa tu recuperación en la comodidad de tu propio dormitorio. Si necesitas a un especialista, ese médico llegará a donde tú estés. Tu equipo de atención tiene como protagonista a un especialista que va a abogar por ti; alguien que organiza todos tus cuidados, que no solamente se encarga de las visitas médicas, sino también de los servicios de nutrición y de tus necesidades sociales.

Con la ayuda de tu médico, redactas tu propio expediente médico. En tiempo real, tú y tu equipo de atención médica se ponen de acuerdo sobre el plan de tratamiento. No podrás creer que hubo una época cuando era difícil para los pacientes tener acceso a sus propios expedientes médicos, o cuando los médicos no les revelaban a los pacientes los errores cometidos. Los seres humanos siempre van a cometer errores; ahora se habla abiertamente de las equivocaciones y se les busca soluciones, y las demandas y compensaciones económicas por malas prácticas son cosa del pasado.

Muchas enfermedades que asolaron a tus ancestros, como el cáncer y el Alzheimer, tienen cura y nadie más tiene que morir mientras está esperando la donación de un órgano. Al mismo tiempo, se ha descubierto que cuidarse mucho, así como cuidarse poco, es dañino. Los avances en la tecnología han hecho posible el regreso de las visitas en el lugar, para que todas las personas puedan recibir atención en donde más les convenga, incluyendo en las escuelas para que los niños nunca tengan que faltar a clases y para que los padres y los encargados de su cuidado nunca tengan que faltar al trabajo.

Te estremecerías ante las prácticas inhumanas de hace tan solo una generación, cuando las enfermedades mentales se estigmatizaban como un fracaso personal o eran motivo de vergüenza, y cuando aquellas personas con problemas de adicción a sustancias acababan en prisión en lugar de que se les ofreciera proactivamente tratamientos médicos y terapia conductual. Gracias a que esas actitudes cambiaron, la cultura de encarcelamiento en masa se terminó y los ahorros obtenidos por no tener que financiar un sistema masivo de prisiones a nivel nacional se redirigieron hacia la construcción de viviendas para las poblaciones sin hogar.

En el 2016, todavía había debates sobre si la atención médica era un derecho de todos los ciudadanos. Desde entonces, esa discusión ya quedó resuelta. En la actualidad, la atención médica está garantizada para todas las personas, lo que significa que tener un seguro médico es irrelevante y obsoleto. Con el reconocimiento de que una expectativa de vida más corta está vinculada con la pobreza ya se tenía claro que acabar con la pobreza mejoraría la salud de muchas personas. Son numerosos los restaurantes que ofrecen comida rápida, pero estos lugares venden exclusivamente alimentos saludables. La publicidad sobre cigarrillos, papas fritas y refrescos de soda son piezas de museo. Los desiertos alimentarios, los vecindarios en donde no se consigue comida saludable, son recuerdos distantes y ya no puedes imaginar que los niños pasen hambre. Todos esos avances han tenido como resultado un dramático aumento de la expectativa de vida para todos.

 

¿Te suena demasiado improbable para ser verdad? Tal vez. Pero imagina qué habrían dicho aquellas personas que vivían en 1966 sobre los avances en medicina que tenemos en 2016, tales como el amplio uso de las vacunas para enfermedades como el sarampión, que causó la muerte de miles de niños y el uso de tomografías computarizadas con las que se puede ver cada órgano en segundos. Un futuro en el que la atención médica sea racional, eficiente, igualitaria y proactiva está a nuestro alcance, pero hay medidas que debemos tomar hoy en día para hacerlo realidad.

Primero, debemos regresar a lo básico, a lo que se supone que es en verdad la atención médica: cuidar de las personas y satisfacer sus necesidades, en sus propios términos y en donde se encuentren. Debemos agilizar los mecanismos para lograr que los pacientes y los médicos trabajen juntos como compañeros en la toma de decisiones médicas. Necesitamos realizar un cambio real al sistema de reembolsos para ayudar a que los médicos pasen más tiempo con los pacientes. Los médicos deberían recibir reembolsos por el tiempo que invierten brindando atención y escuchando a los pacientes, en vez de por los procedimientos que les realicen. Eso reorientará nuestro sistema para que brinde la cantidad correcta de atención, y no demasiada.

Lo siguiente es cambiar la educación médica. Para llevar a estudiantes brillantes a áreas con las mayores necesidades sociales, las escuelas de medicina deberían ser gratuitas para aquellas personas que se comprometan a trabajar con poblaciones desatendidas y en áreas marginadas, así como los que trabajen en el área de atención médica primaria, la cual se encarga de la atención de la persona en su totalidad y no solo como si se tratara de un conjunto de órganos. Deberíamos aumentar los programas que empiecen a formar a los estudiantes a partir de la escuela primaria, para que en el futuro se conviertan en profesionales de la salud, especialmente aquellos que provienen de comunidades rurales y urbanas, para que tengan más posibilidades de quedarse para atender y servir en su vecindario.

Por último, necesitamos cambiar el discurso y pasar de hablar de atención médica a hablar de la salud general, para lo cual se necesitarán soluciones audaces, amplias e innovadoras. La atención médica se trata del cuidado que obtenemos de los hospitales y de los centros médicos después de que ya estamos enfermos, pero las investigaciones demuestran que el 60% de lo que determina nuestra longevidad depende de en dónde y cómo vivimos, trabajamos y actuamos. Depende de la atención que le pongamos a nuestro bienestar emocional general. Debemos entender que una vida sana se inicia temprano y, por lo tanto, se deben tener intervenciones eficaces en la salud pública, tales como educación temprana para los niños y programas que envíen enfermeros a la casa para que ayuden a las mujeres embarazadas y a las madres jóvenes.

Asegurémonos de que la salud sea parte de cada conversación que se tenga sobre el futuro de nuestra sociedad. No existe algo como un sector que no pertenezca al área de la salud. Si nuestros hijos no están sanos, no podrán aprender. Necesitamos que todos los líderes consideren no solo el impacto fiscal de cada política, sino que piensen también en el impacto que tienen en la salud. La farsa reciente sobre el envenenamiento por plomo en Flint, Michigan, ha demostrado que los funcionarios del gobierno y las empresas deben ser responsables de anteponer la seguridad pública a las ganancias y las reducciones en costos. Cuando exista una propuesta para crear escuelas nuevas, las comunidades deben pedir los planes que muestren cómo estarían diseñadas las aulas para maximizar el bienestar de los estudiantes (calidad de aire saludable, suficientes opciones para circular libremente) y cómo el sistema escolar demandaría programas innovadores para darles a los estudiantes acceso a frutas y vegetales frescos, no solo en los pasillos de la escuela, sino también en casa. Eso debe verse como un factor tan esencial como la necesidad de planear las rutas de escape en caso de incendio. De igual manera, cuando exista una propuesta de algún proyecto nuevo de desarrollo en la ciudad, tanto los médicos, los profesionales de la salud como los pacientes deben trabajar juntos para asegurar que existan vías para las bicicletas y senderos peatonales, así como suficientes parques, los cuales mejoran tanto la salud física como la salud mental. Debemos invertir en infraestructura física que haga del ejercicio y del contacto con la naturaleza una parte integral de nuestra vida diaria, para que nadie deba incluir “hacer ejercicio” en su calendario y luego verse tentado a ignorarlo. Una salud centrada en la persona, una calidad de vida excepcional y una atención médica equitativa están a nuestro alcance. Para lograrlas, tenemos aún mucho por hacer, pero el futuro de nuestra sociedad, y de las generaciones que aún no han nacido, depende de que seamos valientes y de considerar hacer lo que sea posible. Todos debemos expresarnos, denunciar las injusticias que vemos y exigir un futuro centrado en la buena salud de todos.

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