Calvin Jimmy Lee-White era muy pequeñito. Nació el 3 de octubre de 2014, dos meses prematuramente, con un peso de cerca de 3 libras y con apenas el tamaño de una calabaza butternut. Existen normas de atención médica para el tratamiento de estos bebés tan delicados, y como lo reconoció posteriormente el abogado de la familia del bebé, los médicos del Hospital Yale-New Haven en Connecticut las siguieron. Pusieron a Calvin en una incubadora que podía regular su temperatura corporal y mantener alejados los gérmenes, dijo el abogado. Y le administraron medicamentos surfactantes, los cuales ayudan a promover el desarrollo pulmonar, algo crucial en los bebés prematuros. Además, a partir del primer día de la vida de Calvin, le dieron probióticos todos los días.

Los probióticos vienen en forma de polvo, líquido o pastillas compuestos de bacterias vivas para ayudar a mantener el equilibrio natural de los microorganismos intestinales en el cuerpo. En años recientes, en algunas unidades de cuidados intensivos neonatales (NICU, por sus siglas en inglés) se los han estado dando a los bebés prematuros en base a la evidencia de que pueden ayudar a protegerlos de una enfermedad intestinal mortal.

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Algunos médicos están preocupados por esta tendencia. Debido a que los probióticos pueden ser clasificados como suplementos nutricionales, no tienen que sujetarse a las mismas normas reguladoras de los medicamentos de receta o incluso los de venta libre. Los fabricantes no tienen que obtener la aprobación de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) para vender sus productos, y sus instalaciones no son vigiladas del mismo modo que las de las compañías farmacéuticas.

Pero la NICU en Yale-New Haven eligió lo que parecía ser un producto seguro. Estaba elaborado por una empresa grande, con aparentemente buena reputación, se comercializa específicamente para lactantes y niños, y está disponible en farmacias de todo el país.

Calvin tuvo problemas y batalló de todos modos. Desarrolló protuberancias en el abdomen y una cirugía reveló que sus intestinos estaban invadidos por un hongo raro.  La infección se propagó rápidamente del intestino a los vasos sanguíneos, en donde causó múltiples obstrucciones, y luego a la aorta, en donde ocasionó un coágulo.

El 11 de octubre, con tan solo 8 días de edad, el bebé Calvin falleció. Los funcionarios del gobierno iniciaron entonces una investigación muy triste. ¿De dónde vino el hongo? Y ¿cómo llegó al cuerpo de este pequeño bebé prematuro?