La práctica de suministrar regularmente medicamentos a los animales se remonta a unos 70 años atrás. Con la idea de que resultaría más fácil estudiar la nutrición en pollos "estériles", un grupo de investigadores les administró regularmente antibióticos con la intención de eliminar todas sus bacterias digestivas. El "resultado, bastante inesperado", según aquel estudio de 1946, fue que los pollos crecían más rápido. Para 1950, los investigadores habían descubierto que los animales, cuando se les daba antibióticos, alcanzaban antes su peso para ser llevados al mercado y consumían menos alimento. "En aquel entonces, no sabíamos por qué los animales crecían más rápido", dice Gail Hansen. "Y en realidad ahora tampoco". Pero la ventaja lucrativa sí era bien comprensible, y añadir medicamentos al alimento se volvió una práctica estándar. Sin embargo, investigaciones realizadas en los últimos 15 años sugieren que en la actualidad los antibióticos ya no funcionan tan bien para incrementar el crecimiento, al menos en algunos animales. Según Hansen, eso puede deberse a que los animales criados en la actualidad difieren genéticamente de los de antes o a que cualquier efecto posible de los antibióticos se redujo a medida que las bacterias se hacían resistentes a los medicamentos.

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El otro motivo por el que los productores les administran dosis bajas de antibióticos a los animales sanos es para evitar que se enfermen. Bajo la presión de las grandes procesadoras, las granjas pequeñas y medianas han sido reemplazadas en las últimas décadas por criaderos y corrales de engorda (feedlots) a escala industrial que confinan a miles de animales juntos, según un análisis realizado por el Departamento de Agricultura sobre datos obtenidos en un censo de criaderos llevado a cabo por Food & Water Watch. En semejantes condiciones de hacinamiento las enfermedades se diseminan rápidamente.


Lo que más preocupa a los expertos es el uso de antibióticos que suelen administrarse a pacientes humanos o que son similares.


Los criadores actuales tienen poca voz en la crianza de sus animales. "Hoy en día, la mayoría de los animales para el consumo humano se crían bajo contrato con grandes empresas productoras de carne que les exigen a los granjeros usar los alimentos suministrados por la empresa y estos podrían estar mezclados previamente con antibióticos", dice Hansen. "Muchos no tienen ni idea de cuántos medicamentos reciben sus animales". La mayoría de los antibióticos que se suministran a los animales lo hacen en forma de agua o alimentos mezclados con medicamentos, según la FDA.