En el verano de 2010, Saul Newton era un fusilero de 20 años apostado en un pequeño puesto de avanzada del Ejército de Estados Unidos en el remoto y peligroso Valle del Río Arghandab en Afganistán.

Era un cambio radical para un joven de los suburbios de Milwaukee que solo algunos meses antes había sido estudiante de la Universidad de Wisconsin-Stevens Point.

Pero luego de dos años de aumentos del costo de la matrícula, Newton se encontró con cerca de $10,000 en préstamos estudiantiles y la perspectiva de más préstamos si seguía en la universidad. “Ya no la podía pagar”, dice. Abandonó la universidad y se enlistó en el ejército, con la esperanza de volver a la universidad algún día bajo la Ley de Soldados [G.I. Bill].

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Terminó luchando contra los talibanes. El peor día de su unidad fue cuando el capellán del batallón y 4 soldados murieron a causa de una bomba colocada en la orilla de la carretera en agosto de 2010.

“Mi enfoque estaba en hacer mi trabajo y en mantenerme con vida”, dice Newton. Pero independientemente de lo que estuviera pasando en el puesto de avanzada, una vez al mes dice que iba a la choza de madera donde la unidad guardaba una computadora laptop y efectuaba el pago de su préstamo estudiantil de $100.

Le preocupaba que si no pagaba sus préstamos, su crédito quedaría arruinado. (Newton afirma que no estaba enterado de que el gobierno ofrece prórrogas de préstamos estudiantiles a los soldados en servicio activo en tiempos de guerra).

Hoy en día, habiendo vuelto a su hogar en Wisconsin y como director de la Cámara de Comercio de los Veteranos de Wisconsin, Newton dice que los recortes del presupuesto para educación superior en su estado obligarán a muchos jóvenes más a enfrentar las mismas opciones que él.

“Uno no debería tener que ir a la guerra para conseguir una educación universitaria”, afirma.

En la última década, Wisconsin ha recortado drásticamente el financiamiento de su sistema universitario estatal.

En 2003, los estudiantes pagaban alrededor del 30% del costo educativo total del sistema de University of Wisconsin, según los datos compilados por la Asociación de Funcionarios Ejecutivos de Educación Superior Estatal. En 2013, luego de varias rondas de recortes presupuestarios estatales, los estudiantes eran responsables de alrededor del 47% del costo de su educación, y se esperan más recortes para la educación superior.

En 2014, el 70% de los estudiantes de Wisconsin se graduaban endeudados, con el tercer porcentaje más alto en la nación para los estudiantes tanto en las universidades públicas como en las universidades sin fines de lucro, según el grupo sin fines de lucro Institute for College Access & Success [Instituto para el acceso y el éxito universitarios,] o TICAS, por sus siglas en inglés.

La trayectoria de Wisconsin sigue una tendencia nacional. Luego de la Segunda Guerra Mundial, los estados asignaron una cantidad creciente de fondos a la educación pública superior, y en 1975 aportaban el 58% del costo total. Pero desde entonces, han reducido continuamente sus aportes, bajo la presión, entre otros factores, del aumento de los costos de Medicaid y de las prisiones. Hoy en día el financiamiento estatal es de un 37% a nivel nacional, según datos de U.S. Bureau of Economic Analysis [la Oficina de análisis económico de Estados Unidos].

“Deberíamos invertir en el futuro, no quitarle al futuro”, dice Thomas G. Mortenson, investigador sénior en el Pell Institute for the Study of Opportunity in Higher Education [Instituto Pell para el estudio de las oportunidades en la educación superior]. “Donde yo vivía, le decíamos a eso ‘comer nuestro maíz [antes de] sembrarlo’”.

Conforme los estados redujeron el financiamiento, las universidades aumentaron las matrículas. Para cubrir el aumento, más estudiantes pedían préstamos, lo cual incrementó aún más los ingresos de la industria floreciente. El próximo paso era cobrar toda esa deuda.

Saul Newton 28 años, Milwaukee

University Of Wisconsin-Stevens Point

$10,000 en préstamos estudiantiles originales

$23,000 Saldo Actual (después de volver a la universidad luego de servir en el ejército)

Ocupación: director, cámara de comercio de los veteranos de Wisconsin; Sueldo: $28,800 al año

Luego de dos años de aumentos de la matrícula en University of Wisconsin-Stevens Point, el saldo de los préstamos estudiantiles de Newton ya era de $10,000.

“Ya no la podía pagar”, afirma. En 2009, abandonó la escuela y se unió al Ejército, con la esperanza de continuar su educación algún día bajo la Ley de Soldados (G.I. Bill), lo cual ya ha hecho. Varios meses más tarde, estaba en el Valle del Río Arghandab de Afganistán, y era soldado raso en la 4ª División de Infantería. El peor día de su unidad fue cuando el capellán del batallón y 4 soldados murieron a causa de una bomba colocada a la orilla de la carretera en agosto de 2010.

“Estaba concentrado en hacer mi trabajo y en mantenerme con vida”, dice. Pero tuvo cuidado de nunca olvidarse de ir a efectuar el pago de su deuda estudiantil de $100 por mes.

“Era una situación algo loca” que un soldado en una zona de guerra tuviera que preocuparse por sus préstamos estudiantiles, dice Newton, pero creía que “si no pagaba mis deudas, mi crédito quedaría arruinado para siempre”.

Ahora está de vuelta en Wisconsin, trabajando de activista en defensa de los veteranos. “Uno no debería tener que ir a la guerra para conseguir una educación universitaria”, afirma. Por otra parte, “comenzar tu vida luego de la universidad con una deuda de decenas de miles de dólares es una carga enorme”, dice. “Me puedo identificar con eso”.