Durante mucho tiempo, las aseguradoras han citado la congestión en los vecindarios como un factor en su toma de decisiones. En 1940, un joven abogado llamado Thurgood Marshall le escribió a un amigo que le habían negado un seguro de auto por parte de Travelers. Cuando Marshall se quejó con la compañía, le dijeron que “el rechazo se basaba en el hecho de que yo vivía en un ‘área congestionada’, lo cual significaba Harlem, y ‘no’ porque yo fuera Negro”.

Marshall, que más tarde demandó y ganó el histórico caso de integración escolar Brown v. Junta de Educación y llegó a ser juez de la Suprema Corte de Justicia, concluyó, de acuerdo a su carta, que, “es prácticamente imposible solucionar un caso de corte porque el seguro por lo general se rechaza por razones técnicas”.

En la época de Marshall, la acción de redlining era definida a menudo por el rechazo a ofrecer préstamos, seguros u otros servicios en vecindarios minoritarios. Pero conforme estas prácticas se volvieron públicas y controversiales – en parte debido al activismo de Marshall como abogado de la NAACP – las aseguradoras dejaron de pedir a los solicitantes que definieran su raza.

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En la década de los 1940, como parte de una negociación para ganar una exención de leyes de derecho antimonopolio federales, la industria aseguradora accedió a ser regulada por leyes estatales que incluían prohibiciones en contra de establecer tasas de forma discriminatoria. Poco después, la mayoría de los estados aprobaron leyes que decían que las “tasas no deberían ser inadecuadas, excesivas o discriminatoriamente injustas”.

Por supuesto, las leyes no detuvieron la discriminación inmediatamente. En una revisión exhaustiva  de la historia de MetLife, liberada en 2002, los reguladores de seguros estatales de New York catalogaron todas las formas en que la compañía discriminaba en contra de los solicitantes negros  de seguros  de vida – remontándose a 1880, cuando se rehusó totalmente a asegurarlos, hasta la primera mitad del siglo XX cuando exigía que las minorías se sometieran a exámenes médicos adicionales y les vendía planes de menor calidad.

En la década de los 1960, conforme las aseguradoras comenzaron a dejar de pedir a los solicitantes que declararan su raza, MetLife comenzó a dividir las ciudades en áreas. En las áreas de minorías, los solicitantes estaban sujetos a criterios más estrictos, de acuerdo con el reporte. En 2002, MetLife estuvo de acuerdo con pagar hasta $160 millones para compensar a minorías a quienes les habían vendido pólizas de calidad inferior.

En la industria de los seguros automotrices, ocurrían prácticas similares. Hasta el día de hoy, la mayoría de las aseguradoras de autos basan sus primas en parte en “calificaciones territoriales”, que se derivan del riesgo del área en donde el auto se guarda.

Las calificaciones territoriales son “una forma de tomar en cuenta las condiciones bajo las cuales conduces,” dice David Snyder, un vicepresidente de la Property Casualty Insurers Association of America (Asociación Estadounidense de Aseguradoras de Accidentes a Propiedades).

Estos precios geográficos significan que al mismo conductor se le pueden cobrar tasas diferentes dependiendo del área de la ciudad en donde viva.

En 1978, el supervisor del condado de Los Angeles, Kenneth Hahn, instó al Congreso que rectificaran las marcadas inequidades de calificaciones territoriales. Dijo que el mismo buen conductor pagaría más de $900 si vivía en Watts, un vecindario negro pobre, y solo $385 si vivía en el condado predominantemente blanco de San Diego.

"Las compañías más grandes de Estados Unidos los están estafando,” testificó Hahn.

Pero el Congreso no hizo nada.

Bill Corley, que es afroamericano, comenzó su carrera como un agente de Farmers Insurance en el oeste de Los Angeles en 1977. Dijo que la discriminación no era obvia en la superficie. “Oficialmente, podrías suscribir seguros en cualquier lugar en donde quisieras suscribir seguros,” recordó. Pero según Corley, si tenías demasiados clientes en áreas de bajos ingresos, los ejecutivos de Farmers “te dirían todos los problemas que podrían estar asociados con eso, y te asustaban e intimidaban para que no lo hicieras”.

Cuando vendía seguros en vecindarios de minorías, Corley dijo, los gerentes de Farmers “lo revisaban minuciosamente. Te hacían preguntas sobre los niveles de ingresos de las personas y sobre las propiedades del vecindario – las que no recuerdo haber tenido que discutir cuando estaba suscribiendo pólizas en otros vecindarios de la ciudad”. Farmers no respondió a repetidas preguntas.

Corley persistió y eventualmente estableció una red de agentes de seguros de minorías independientes que trabajaban juntos para persuadir a las principales aseguradoras de convertirlos en intermediarios y vender seguros a través de ellos. Corley, que ahora trabaja como un agente asegurador independiente, con oficinas en San Diego y San Jose, dijo que el incremento en la diversidad de los agentes ha mejorado el negocio. “Los agentes y los intermediarios eran cómplices y ayudaban a perpetuar la práctica de redlining, al no hacer un esfuerzo para suscribir pólizas en esas áreas,” dijo.

Hoy en día, algunas aseguradoras consideran otros factores más allá del riesgo de pagos de accidentes al establecer tasas. Estos criterios, como la calificación crediticia y la ocupación han demostrado que resultan en precios más altos para las minorías.

Allstate está implementando un nuevo método para personalizar tarifas a “micro segmentos” que parecen ser tan pequeños como un asegurado individual – un método al cual se refieren en la industria como optimización de precios.

Más de una docena de estados han colocado límites en el uso de las aseguradoras de la optimización de precios, expresando preocupaciones de que la técnica permita a las aseguradores aumentar las primas a clientes que no busquen tasas mejores. En 2014, por ejemplo, la Administración de Seguros de Maryland prohibió la optimización de precios, diciendo que resulta en tasas que son injustamente discriminatorias.” (En este contexto, la discriminación se refiere a cualquier precio que no está relacionado al riesgo; el efecto en los vecindarios minoritarios no se ha estudiado).

Allstate ha revelado en documentos legales que está utilizando optimización de precios en al menos 24 estados, incluyendo Illinois, Missouri y Texas. El vocero de Allstate, Justin Herndon, dijo que la compañía “utiliza la probabilidad de pérdida para determinar precios para los seguros, algo requerido por la ley y que los precios específicos son aprobados por reguladores del estado”.

En California, cuando las aseguradoras determinan tasas para códigos postales poco poblados, que tienden a ser más blancos, se les permite considerar el riesgo, asu elección, en códigos postales contiguos. A menudo, las compañías agrupan estos códigos postales con áreas similares que también tienen pocos asegurados, de acuerdo con los archivos de tasas de aseguradoras. Pueden asignar un riesgo más bajo a toda la región que parece estar garantizada por la información de accidentes del estado.

Sea como sea que se calculen las tasas, los seguros de auto siguen siendo inasequibles para muchas áreas en donde predominan las minorías en el país, de acuerdo con un análisis de ProPublica de información del Censo de Estados Unidos y de 30 millones de cotizaciones de seguros automotores.

Encontramos que los hogares en códigos postales con mayoría minoritaria gastaban más del doble en comparación del ingreso de su hogar (11%) en comparación con los hogares en vecindarios mayoritariamente blancos (5%). El Departamento de Tesorería de Estados Unidos ha definido que los seguros de autos son asequibles si cuestan menos del 2% del ingreso del hogar.

Considera a Kelly Jenkins, una madre de 3 niños de 39 años que vive en el South Side de chicago. Cuando la despidieron de un trabajo de oficina el verano pasado, intentó salir adelante manejando para Uber y Lyft. Pero después de dos meses de manejar esporádicamente, cuando a veces solo ganaba $100 o $200 a la semana, no podía mantenerse al corriente en los pagos mensuales de $112 por el seguro de su auto. “Estaba en un gran problema,” dijo ella.

Cuando renunció al seguro de su auto, perdió todo su trabajo manejando. Afortunadamente, pronto encontró un trabajo como guardia de seguridad. Pero aún a la fecha apenas puede pagar el seguro del auto, así que compró un plan absolutamente básico de una aseguradora de bajo costo.

Jenkins dijo que le encantaría obtener un seguro de una de las compañías de marca, pero cada vez que llama para pedir una cotización se da cuenta, “Ay no, no puedo pagarlo”.