Diane Van Kempen, una maestra de escuela retirada de Franklin Lakes, New Jersey, dice que fue su médico quien le sugirió tomar un suplemento de arroz de levadura roja para disminuir su colesterol que estaba ligeramente elevado. Pero, apenas un día después de tomar una pastilla, dice que se puso letárgica y sintió malestar estomacal, ojos resecos, y dolor muscular. Incluso después de reducir la dosis a la mitad, cuenta que sus síntomas persistieron y después se agravaron. Se le bajó la presión arterial, empezó a tener episodios de vértigo, y en poco tiempo, se le empezó a caer el cabello. "Fue entonces cuando dejé de tomar el suplemento", ella dijo. 

Van Kempen no es la única en tomar un suplemento siguiendo el consejo de un médico. De acuerdo con una encuesta de Consumer Reports, el 43% de los que toman regularmente por lo menos un suplemento, fueron aconsejados por un médico. 

La Asociación Médica Estadounidense (AMA) ha reprobado la venta de productos relacionados con la salud en los consultorios médicos, diciendo que plantea un conflicto de intereses. El ánimo de lucro puede alterar el juicio clínico, dice la AMA, y "socavar la obligación principal de los médicos de servir a los intereses de sus pacientes antes de servir los propios". 

MÁS INFORMACIÓN

Algunos profesionales de la salud se han opuesto a esa posición basándose en parte en el argumento de que si de cualquier forma los pacientes van a tomar suplementos, es mejor que sean orientados por los expertos médicos familiarizados con su historial médico. "Los pacientes tienen autonomía", dice Mary Beth Augustine, una especialista en nutrición del Center for Health & Healing en New York. "Y si usted no respeta esa autonomía, van a dejar de decirle lo que están tomando".

 La tendencia es particularmente preocupante en los hospitales, en donde los suplementos pueden darse junto con los medicamentos recetados sin que nadie explique las diferencias entre ambos a los pacientes o a sus seres queridos. Un estudio del 2010 en la revista P&T encontró que muchos hospitales no registraron los suplementos en las historias clínicas de los pacientes como lo hicieron con los medicamentos con receta, una señal de que no estaban necesariamente monitoreando los efectos secundarios de los suplementos o sus interacciones con los medicamentos. Algunos hospitales y clínicas también están comenzando a vender suplementos en sus propias tiendas especializadas. Los suplementos que se venden en el interior de un centro de curación podrían parecer más seguros, pero las políticas para decidir cuáles tener en existencia pueden variar mucho de un centro a otro. 

Por ejemplo, algunas clínicas se basan en la literatura revisada por otros doctores y por las experiencias de los médicos. "Tendemos a seguir nuestros instintos" acerca de en cuáles empresas confiamos, dice el doctor Michael Dole, MD., quien trabaja en el Instituto George Penny en Minneapolis, que vende suplementos. La tienda de suplementos de la Clínica de Cleveland lleva a cabo sus propias inspecciones de los fabricantes de suplementos. 

Pero no importa cuánto escrutinio aporten las instituciones a sus procesos de selección, siguen vendiendo productos que podrían no ser eficaces y que no han sido controlados tan rigurosamente como los medicamentos recetados que ofrecen. Como dijo Augustine a una audiencia de profesionales de la salud a principios de este año, moverse en este terreno requiere un lenguaje muy cuidadoso. "Nunca voy a decirle a un paciente que [un suplemento] es seguro", dijo. "Digo que es ‘probablemente seguro, posiblemente seguro, posiblemente inseguro, o que hay datos limitados para apoyar o rechazar su uso', ¿Estoy siendo demasiado prudente? Sí”.