CONFORME LA MARIHUANA MÉDICA VA VOLVIÉNDOSE LEGAL EN MÁS Y MÁS ESTADOS, TODAVÍA NO HAY CONSENSO SI FUNCIONA O NO.

Habiendo trabajado como analista de datos, Darren Forsythe se considera un “hombre de datos”. También ha sufrido durante años de un dolor debilitante y espasmos musculares causados por esclerosis múltiple. Ha tomado y dejado una larga lista de medicamentos recetados que han ayudado a aliviar sus síntomas únicamente para dejarlo en una niebla desalentadora. Después de que la interacción con un medicamento lo mandó a la sala de emergencias, decidió reemplazar sus medicamentos con marihuana médica. Es legal en Colorado, donde él vive.

Pero debido a que aún es ilegal a nivel federal, los médicos no pueden recetar formalmente la marihuana médica. Ni pueden decir qué variedades podrían funcionar para cuáles pacientes, en qué cantidades y ni siquiera cómo se debería usar (fumada, comida, inhalada como vapor o en un aerosol o crema tópica).

Para descifrar qué podría funcionar para él, Forsythe hizo uso de sus habilidades analíticas y realizó un experimento en el que él era el principal investigador y el único sujeto de pruebas, probando varios productos con base de marihuana. “Hemos usado una hoja de cálculo para llevar un registro de qué cepas funcionan contra qué síntomas", dice Joy, su esposa.

La pareja descubrió que una cepa, la Orange Kush, actúa bien durante los ataques agudos de esclerosis; otra, la Gumbi, puede hacer desaparecer un tipo de dolor específico. Forsythe ahora utiliza varios productos con base de marihuana, teniendo el cuidado de rotarlos. De otra forma, dice, ha aprendido que “desarrollo tolerancia y su efectividad disminuye”.

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Buena Droga, Mala Droga

La marihuana tiene una historia médica poco común. Durante casi un siglo, la planta fue un elíxir legal que se pensaba funcionaba contra una variedad de males, hasta que las costumbres sociales cambiantes y la mala publicidad ayudaron a impulsar su criminalización gradual.

En 1942, la droga fue retirada del Dispensario de Estados Unidos (U.S. Dispensatory), una lista federal de medicamentos aprobados. El congreso la clasificó como una sustancia de la lista Schedule I en 1970,  una categoría que incluye a la heroína, lo cual significó que no tenía valor médico y tenía un alto potencial de abuso. Y las investigaciones sobre esta droga tendrían que ser controladas estrictamente.

Hoy en día, la marihuana sigue siendo una droga de la lista Schedule I, pero hay señales de cambio: las agencias federales están considerando reclasificarla para que pueda ser recetada.

Pero a nivel estatal, el estatus de la planta ya ha evolucionado. Las leyes que implementan los programas de marihuana médica han sido aprobadas en 23 estados más el Distrito de Columbia y para su uso recreativo en 4 estados y D.C., con iniciativas de ley pendientes en varios más.

El ímpetu para este cambio depende de a quién le preguntes. Los defensores citan la creciente evidencia del valor terapéutico de la marihuana; los críticos apuntan a las campañas de relaciones públicas financiadas por los adinerados empresarios de la marihuana. Los dos lados están divididos drásticamente sobre cómo regular la droga. Pero en esto todos están de acuerdo: nuestra relación complicada con la marihuana ha iniciado un nuevo y confuso momento.

La discordia entre las políticas federales y estatales ha creado un laberinto para los médicos y pacientes. Los productos de marihuana medicinal vendidos a los consumidores en los dispensarios no están aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA). Y sin una guía o supervisión federal, los estados individuales han batallado para establecer el tipo de protocolos de garantía de calidad que existen para los medicamentos aprobados por la FDA. Además, las investigaciones sobre el valor terapéutico de la marihuana han sido entorpecidas.

Estos problemas han forzado a los consumidores como Forsythe a arriesgarse con un producto que podría estar mal etiquetado o contaminado con pesticidas. Y puede traer otras consecuencias negativas, incluyendo ataques de pánico, problemas cardíacos y accidentes relacionados con estar bajo la influencia. El uso de marihuana envió a alrededor de 376,000 personas a salas de emergencia en 2009, de acuerdo con el Instituto Nacional de Abuso de Drogas (National Institute on Drug Abuse). También es adictiva para hasta el 9% de los adultos y 16% de los adolescentes que la usan de forma frecuente. Y hay fuertes evidencias que muestran que puede activar esquizofrenia de inicio temprano en usuarios frecuentes que tengan cierta disposición genética.

Una Planta Problemática

La marihuana se diferencia de los fármacos tradicionales en formas que complican su estudio para los científicos. La planta tiene más de 400 compuestos químicos distintos, incluyendo alrededor de 70 canabinoides (los químicos que ayudan a producir la sensación de estar drogado o “high”), comparado con solo uno o dos ingredientes activos en la mayoría de los medicamentos aprobados por la FDA. No solo tiene  sus propios efectos individuales cada canabinoide, sino que también interactúan unos con otros en una cantidad inmensurable de maneras. Las diferentes proporciones de cada compuesto pueden provocar resultados significantivamente diferentes. Y los estudios de los compuestos individuales no nos dicen casi nada sobre la medicina de la planta completa.

Pero para estudiar la planta completa, los científicos han tenido que pasar por un pantano burocrático mucho más denso que el que existe para otros medicamentos potenciales. No solo debe aprobar la FDA el plan de investigación propuesto, sino que la Administración de Aplicación de Leyes de Medicamentos (Drug Enforcement Administration) también tiene que otorgar una licencia tipo Schedule I y el Instituto Nacional de Abuso de Drogas tiene que acceder a abastecer los materiales de las plantas.

“Cualquiera de estas agencias puede detener un proyecto de investigación en proceso,” dice J. Michael Bostwick, un psiquiatra en la Clínica Mayo que ha estudiado la historia del uso de la marihuana. Como resultado, dice, una investigación de alta calidad ha estado detenida casi por completo durante casi medio siglo.

Esto no quiere decir que no se hayan realizado investigaciones. De hecho, hay miles de estudios y evaluaciones de la eficacia médica de la marihuana. Pero de acuerdo con una edición reciente en la revista médica The Journal of the American Medical Association (JAMA), los estudios que apoyan su uso para las condiciones aprobadas por el estado son en general de mala calidad y cumplen con los estándares de la FDA. Los autores notaron que los pocos estudios confiables sugieren que la marihuana puede tratar síndromes de dolor, la espasticidad muscular y el dolor de la esclerosis múltiple, y las náuseas causadas por los medicamentos de quimioterapia. Pero cada estado que ha legalizado la marihuana de uso medicinal la ha aprobado para una lista más larga de condiciones. Por ejemplo, 5 estados la han aprobado para el tratamiento del trastorno de estrés postraumático aunque la evidencia que apoya esto es débil o no existe.

Volando a Ciegas

Los medicamentos recetados son regulados por la FDA para asegurar que son seguros, efectivos, producidos de una forma consistente y que se etiquetan de forma precisa. No siempre existen estas garantías con la marihuana medicinal. Al menos 4 estados no requieren pruebas para comprobar su potencia o la presencia de contaminantes como metales, pesticidas o contaminación microbiana. Otros estados que la han legalizado tienen un amplio rango de normas.

En un estudio publicado en 2015 en JAMA, los investigadores probaron el cannabis comestible de 3 principales áreas metropolitanas. Encontraron que la mayoría de las etiquetas de los productos no eran precisas. Más de la mitad de los productos tenían una porción significativamente menor del tetrahidrocannabinol cannabinoide (THC) de lo que decía en la etiqueta; otros tenían una porción significativamente mayor. Es un problema que los expertos dicen que se extiende en todos los estilos de marihuana para uso médico.

Un Laberinto de Regulaciones

Debido a que la marihuana aún está clasificada como una droga de la lista Schedule I, un paciente no puede recibir una receta médica para utilizarla. Los médicos únicamente certifican que un paciente sufre de cierta afección para la cual la droga está aprobada.

Entonces, los pacientes deben registrarse en su estado para obtener una tarjeta de identificación de paciente de marihuana. Entonces pueden comprar la droga en un dispensario o, en algunos estados, cultivarla ellos mismos.

Pero el protocolo puede variar ampliamente de un estado a otro. Para un estudio reciente en la revista Health Affairs, investigadores de Columbia University evaluaron los programas de marihuana manejados por los estados. Observaron los criterios médicos básicos, tales como si los médicos debían completar un examen médico completo antes de certificar a los pacientes potenciales o si el programa utilizaba sistemas de monitoreo de las drogas recetadas y límites de reposición de 30 días como los que se utilizan para otras sustancias controladas. Encontraron que de 24 programas, solo los de 9 estados y el Distrito de Columbia cumplían con suficientes estándares para calificar como “uso médico”.

La falta de estándares ha provocado que algunos médicos se muestren renuentes a siquiera certificar a pacientes de marihuana potenciales. “Mi seguro por mala praxis solo me cubre por el uso de medicamentos y tratamientos aprobados por la FDA,” escribió el Dr. Alan Berkenwald, M.D., un internista en el Cooley Dickinson Hospital en Northampton, Massachusetts en una reciente edición de The Daily Hampshire Gazette.

En 2001, el Tribunal de Apelación de Estados Unidos (U.S. Court of Appeals) determinó que los médicos que simplemente recomendaran marihuana a sus pacientes estaban protegidos por el derecho de libertad de expresión bajo la Primera Enmienda. El fiscal general dio un paso adicional al anunciar en 2009 que mientras se sigan las leyes estatales, el gobierno federal no penalizará a los médicos o pacientes por participar en programas de marihuana médica. Pero estas garantías no han aliviado las preocupaciones de todos los médicos.

En 1972 y de nuevo en 2001, la Organización Nacional para la Reforma de las Leyes de Marihuana (National Organization for the Reform of Marijuana Laws) solicitó sin éxito que el gobierno federal quitara la marihuana de la lista de sustancias de la lista Schedule I. La Asociación Médica Estadounidense ha sugerido que la droga sea reevaluada y posiblemente reclasificada. Aunque el gobierno federal está considerando reclasificar la marihuana, aún debe tomar una decisión. Mientras tanto, los estados, cada uno independientemente, seguirán tomando su propio camino.

Impostores peligrosos

Tal vez has visto productos de “marihuana” que venden en cafeterías o en los mostradores de pequeñas tiendas con etiquetas que dicen “popurrí” o “incienso herbal”. El nombre sugiere que es una droga que ofrece el mismo efecto que la marihuana. Estos productos, conocidos como “marihuana sintética” son compuestos químicos que se rocían sobre plantas secas y después se fuman.

Aunque estos compuestos químicos comparten su apodo con la popular planta, no son lo mismo. Los efectos que producen pueden ser completamente impredecibles y se han asociado con miles de visitas a las salas de emergencias cada año, además de un aumento alarmante en las llamadas a los centros de control de envenenamiento. Pueden causar vómito, ataques epilépticos, daño renal y comportamientos violentos y suicidas, y se sospecha que han causado un número de muertes en los últimos años.

Un problema es que los compuestos se pueden rociar de forma desigual sobre las plantas, creando “puntos rojos” mortales en donde demasiado químico se fuma en una sentada. Otro problema es que los fabricantes cambian los compuestos químicos frecuentemente para evadir una persecución legal. En 2015 se reintrodujo una ley en el Senado que permitiría a los fiscales perseguir a los distribuidores de marihuana sintética sustentado en los reclamos en la publicidad, y en el etiquetado de los productos. Mientras tanto, la mejor esperanza para reducir su uso es transmitir este mensaje por todos lados: La marihuana sintética no tiene un valor médico; no te causará los mismos efectos (el high) que la marihuana normal. De hecho, podría matarte.