Mientras reconocemos los peligros de los analgésicos recetados, también debemos aceptar un entendimiento más matizado del dolor en sí. No es algo de lo que simplemente podamos deshacernos; es la forma en que tu cuerpo te dice que algo está mal, a menudo es una señal fuerte que te dice que dejes de hacer lo que estás haciendo y corrijas el camino de la forma adecuada.

Más allá de ese aviso inmediato, el dolor desata una avalancha de respuestas desde dentro. La inflamación en el lugar de la lesión alerta al sistema inmune del cuerpo para que comience a trabajar en sanarlo. Otros químicos son notificados y se aceleran a llegar para evitar una infección, para devorar las células y tejido muerto y mantener la inflamación controlada.

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Para la mayoría de los dolores o lesiones, el dolor se va con tratamiento y tiempo. Cuando no lo hace, la situación puede complicarse. Los médicos podrían encontrarse sin saber qué hacer y los pacientes pueden enredarse en un ciclo de tratamientos o sucumbir a las promesas de remedios no comprobados. Otros podrían manejar el dolor con una receta médica a largo plazo.

Pero el verdadero alivio del dolor no se mide en dosis. Se trata de escuchar con atención lo que tu cuerpo intenta decirte, y luego, tratar pacientemente la causa subyacente. Para Carolyn Slutsky, esto significó encontrar al terapeuta adecuado y cambiar su rutina diaria. “Intento no levantar cosas pesadas,” dice. “Aligero mi bolsa, llevando únicamente lo que necesito. Y me levanto de la cama poniendo el peso en mis manos, en lugar de sobre mi espalda baja.”

Si tienes dolor, no solo lo enmascares o lo ignores; mejor haz algo. Hemos creado un glosario de tratamientos para ayudarte a entender las opciones. También hemos visto de cerca la mejor evidencia científica para crear una guía de tratamiento, paso por paso, para las causas más comunes de dolor.