Las asociaciones de profesionales que representan a las industrias ganadera y avícola suelen asegurar que el abuso de los medicamentos no está extendido y que no ponen en riesgo la salud humana. “Un detalle importante que suele pasarse por alto en este debate es que en realidad los antibióticos son necesarios para garantizar tanto la salud y el bienestar de los animales como la seguridad de los alimentos”, asegura Christine Hoang, D.V.M., directora asistente de salud animal y pública en la Asociación Estadounidense de Medicina Veterinaria. Dice Hoang que la industria ya está reduciendo paulatinamente el uso de antibióticos para promover el crecimiento y que los medicamentos utilizados en la prevención de enfermedades son necesarios. En cuanto a la resistencia a los antibióticos, ella sostiene que el caso todavía está en debate. “Los estudios científicos de que disponemos no arrojan resultados que relacionen claramente el uso de antibióticos en animales con la salud humana y las infecciones resistentes en la comunidad”, argumenta Hoang. Consta que la asociación ha declarado que el uso de medicamentos en la producción de alimentos “desempeña un papel extremadamente minúsculo”. Otros organismos representantes de la industria ganadera hacen eco de ese punto de vista. Por ejemplo, la Alianza Ganadera (Animal Agriculture Alliance) sostiene que “hay muchas medidas de protección que se han implementado para garantizar que los antibióticos suministrados a los animales no afecten la salud pública”.

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Lance Price, Ph.D., profesor universitario en salud ambiental y laboral de la Universidad George Washington en Washington, D.C., manifiesta un categórico desacuerdo. “Como microbiólogo, he dedicado mi carrera a estudiar las bacterias, y sé que esas nociones son falsas”, asevera. “Existen estudios que desde la década de 1960 han demostrado reiteradamente cómo contribuye el uso de antibióticos en la producción de alimentos de origen animal a la creciente crisis de infecciones resistentes a los antibióticos en seres humanos”.

Las pruebas realizadas por Consumer Reports muestran que, en general, es menos probable que la carne vacuna, porcina y de ave proveniente de animales criados sin antibióticos albergue bacterias resistentes a múltiples medicamentos que la del ganado o las aves a los que se administran los medicamentos regularmente. Por ejemplo, en nuestras pruebas más recientes, descubrimos que la carne molida proveniente de vacas criadas en la forma convencional (con antibióticos) tenía el doble de probabilidades de contener superbacterias que la de las vacas criadas sin antibióticos. “Esos resultados sugieren que las prácticas de crianza de los animales afectan profundamente la seguridad de nuestros alimentos”, indica Rangan.

Lo que pasa en la granja también tiene consecuencias para nuestra salud en general. Existen investigaciones que demuestran cómo las bacterias resistentes cultivadas en la granja terminan por llegar a los seres humanos en una gama sorprendente de formas. Por ejemplo, los trabajadores del criadero pueden contraer bacterias resistentes a los antibióticos al manipular los animales y su excremento; aun si los gérmenes no los enferman, ellos pueden contagiarlos a otras personas.

Eliminar o reciclar los más de 700 mil millones de libras de excremento generados por la ganadería industrial y la avicultura industrial crea su propio riesgo para la salud. Una parte se comercializa como fertilizante y puede diseminar las superbacterias hacia las cosechas, o contaminar los arroyos y el agua subterránea. Algunos estudios científicos realizados sugieren que las bacterias resistentes pueden contraerse y transmitirse a través de las moscas como portadores y diseminarse transportadas por el viento. En un estudio, por ejemplo, residentes rurales de Pennsylvania que vivían cerca de campos fertilizados con abono proveniente de criaderos de puercos tenían hasta un 38% más de probabilidades de desarrollar infecciones MRSA que otros sujetos de la misma comunidad.